Cuando sufrimos, somos bienaventurados. Los que son perseguidos por amor de Su nombre, los que traen paz, los que buscan la misericordia … Cuando seguimos estos preceptos somos luz en un mundo oscuro.
Jesús, ayúdame a sobrellevar las situaciones difíciles que afronto con los valores de tu Reino. Quiero reflejar tu luz en este mundo. Quiero ser sal que sirve un propósito designado por ti.
Ayúdame a seguir tus Mandamientos, pero aún más allá, ayúdame a cuidar mi corazón. Que mis acciones reflejen un corazón lleno de ti. Que mi ofrenda sea limpia de culpa. Ayúdame en mis relaciones, que yo pueda servir sin esperar nadie en cambio.
En tu nombre, Amén.