Nuestra religión, con sus costumbres y ritos, puede, en ocasiones, estar entre nosotros y Dios. Me explico: a veces por hacer diferentes ritos nos sentimos justificados. «Ya he hecho mi parte». Dios quiere que olvidemos todo lo que el hombre nos ha impuesto y busquemos lo que quiere Dios de cada una de nosotras. Él quiere una relación estrecha de padre e hija. Quiere hablarnos todos los momentos y que Le escuchemos. No necesita nuestras obras, sino nuestro corazón. De un corazón entregado a esta relación de amor, nacerán las obras que transformarán el mundo – todo en la libertad que os permite su amor. ¡Qué bendición es vivir en la gracia del Señor!
Señor, sé que tu eres Señor sobre todas las cosas, y estás por encima de la religión. Ayúdame a leer y entender tu palabra, poniéndola en práctica todos los días mi vida. Que no viva una vida de ritos y obligaciones, sino de libertad en tu presencia. Tu gracia me ha alcanzado y por esto estoy agradecida. Llena mi corazón y usa mi vida para tu gloria.