Cada vez que rechazamos o somos indiferentes al Señor, estamos actuando como Judas. Es muy fuerte, pero espiritualmente, no hay diferencia.
Que seamos como los otros discípulos. No tenían todas las respuestas, no entendían todo pero amaban a Jesús y sus corazones eran entregados.
Que bonito va a ser cuando Cristo vuelva y podamos sentar a la mesa con él.
Señor, danos un corazón sincero. Nos equivocaremos, pecaremos, pero nos arrepentiremos y tú nos perdonarás. Gracias por esta preciosa relación de amor. Te agradezco porque tienes tanto amor, paciencia y misericordia para conmigo. Gracias, Jesús.