
A ti, oh Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo, porque me has dado sabiduría y poder. Y ahora me has dado a conocer lo que te hemos pedido, pues nos has dado a conocer el asunto del rey” (Da 2:23).
La fidelidad de Dios es una constante en la vida del creyente. En este versículo, Daniel le agradece a Dios por su fidelidad. Cuando empezamos a caminar con Dios, empezamos a ver la obra de sus manos en nuestro día a día. Su perspectiva de tiempo nos permite mirar hacia atrás con gratitud y hacia el futuro con esperanza. Esta es una esperanza no dudosa, todas sus promesas son un contundente «sí» en Cristo.
Gracias por tu fidelidad, grandioso Dios.